La vivienda, desde el punto de vista de la estructura, supone un gran reto de diseño, si se tiene como objetivo conseguir un producto de calidad.
Lamentablemente, existe la falsa creencia de considerar a la vivienda como la tipología de estructura de cálculo rentable y de rápida solución. Existe además la tendencia a utilizar programas comerciales (muy útiles si se utilizan correctamente, siguiendo las indicaciones claras en cuanto a capacidades y limitaciones que los propios programas explican en sus manuales) y tomar como dogma de fe los resultados obtenidos, olvidándose muchas veces de realizar un predimensionado manual y comprobaciones posteriores al cálculo por ordenador.
La realidad es que, la calidad de los proyectos de estructuras de vivienda, en muchas ocasiones dejan bastante que desear. Nos hemos acostumbrado a tener problemas de fisuraciones o deformaciones a largo plazo, con los consecuentes costes de reparación que implican, por no hablar de los inconvenientes que generan a todos los niveles.
Este es un tema especialmente importante, si queremos dar calidad a nuestro proyecto, como también lo es la concepción estructural que se realice, y los detalles específicos a ejecutar.
Por tanto, un proyecto de viviendas bien realizado, debe llevar el tiempo suficiente para ser correctamente diseñado, convirtiéndose, en muchos casos, en un puzzle de difícil solución, en el que la experiencia y el sentido común son básicos para un diseño óptimo y seguro.
